EL MAS PEQUEÑO DE MIS HERMANOS

 

Mt. 25,31-46 nos presenta a Jesús, como el pastor. Él nos habla desde nuestra realidad cotidiana como creyentes ¿Nos preocupamos por los más pequeños?

“Jesucristo es el rostro humano de Dios” (DA. 392). Él se hizo pobre para enriquecernos con su amor. El amor, fructifica valores de solidaridad, tolerancia, justicia, verdad, en una sociedad violenta, competitiva, injusta y exclusiva. Meditemos en Jesús, el buen pastor (Ez 34,11-17) separa las ovejas de las cabras. Cuida de ambas por amor (v. 31-32). Jesús es rey, no como los de este mundo dominadores y sordos ante el calentamiento del planeta.

Jesús, dice: “Vengan benditos de mi Padre a recibir el reino preparado para ustedes” (v. 34). Los discípulos, justos, respondieron al proyecto de Dios (v.37), sirviéndolo en los pobres: “Los rostros sufrientes de los pobres son rostros sufrientes de Cristo”. Ellos nos interpelan como Iglesia en la pastoral y en nuestras actitudes (cf. DA. 393), cuando hay tantos hambrientos. “El hambre es una amenaza, no sólo para la vida de las personas, sino también para su dignidad” (P.C Cor unun).

Los hambrientos exigen cambios profundos en la vida política, económica, social y ética de los gobernantes de los países desarrollados y los nuestros. Unido al hambre está el problema del agua. El año 2050, la falta de agua será grave. Según informes de UNEP (Programa del medioambiente de las Naciones Unidas) “En las zonas polares la factura del cambio climático será estremecedora: sin necesidad de llegar a la temida fusión de los polos, la salud de sus pobladores ya está muy amenazada por la alta concentración de mercurio y otras sustancias contaminantes en el entorno del que obtienen toda su alimentación. Mientras que el agujero de la capa de ozono necesitará no menos de cincuenta años para recuperarse”. Era emigrante (v.35). “Hoy, la emigración no es un fenómeno limitado a algunas zonas del planeta, sino que afecta a todos los continentes y está adquiriendo cada vez más la dimensión de una dramática cuestión mundial” (JME 15.1.2017). Estuve enfermo (v.36).

Las condiciones de vida de los pobres: niños, ancianos es deplorable, por la carencia de alimento, agua, educación, salud. En ésta época de la globalización, si bien los TLC acercan las economías y la expansión de productos, se desprotege la industria nacional como la textil, la explotación de minerales, sin políticas claras de protección del medioambiente y del recurso agua, puede traer graves consecuencias de nuevos rostros de excluidos: indígenas sacados de su territorio, “víctimas de la violencia, desplazados y refugiados, víctimas del tráfico de personas y secuestros, desaparecidos VIH y de enfermedades endémicas, tóxico dependientes, adultos
mayores, niños víctimas de la prostitución, pornografía y violencia, trabajo infantil, (cf. DA. No. 402). 

Jesús nos interpela en hacer realidad el reino de Dios. No podemos cerrar los ojos, los oídos y el corazón frente a las realidades del otro: hambre, sed, desnudez, enfermedad, cárcel, medio ambiente, dignidad del niño y de la mujer, desocupación y trabajo son realidades concretas. Urgen un cambio y una mirada nueva de los laicos para crear una cultura ética al servicio y l amor al ser humano. Seremos juzgados por el amor con que servimos o dejamos de servir. (Fr. Héctor Herrera, o.p.)

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