Danza contemporánea como transformadora de violencia

“Cuando el cuerpo habla”  fue la puesta en escena de estudiantes de artes escénicas de la Pontificia Universidad Javeriana  que a través de la danza contemporánea expresaron como el cuerpo recibe y experimenta las múltiples formas de violencia, de dolor, de gritos, de indignación y melancolía.

Ellas, tres mujeres, con diferentes estaturas, color de cabello e historia de vida. Inician su presentación recogiendo la ropa de sus seres queridos, cosiéndola y acariciándola. Con dolor en el alma y melancólica  una de ellas dice: “nos cansamos de hablar, de denunciar… llega todo el mundo; historiadores, psicólogos, geólogos, turistas incluso;  pero ayuda llega poca y es que les da miedo y yo los entiendo tienen miedo de morir, de que maten a sus hijos a su familia”.

Ellas se apropiaron de su cuerpo para narrar el conflicto armado, expresan a través de movimientos rigurosos y simétricos, lo que muchas personas, hombres y mujeres, han vivido a causa de la violencia, esos sentimientos encontrados o que oscilan entre la ira y resignación.

Otra de estas mujeres, con sus recuerdos en la mano continúa “llegan también artistas, quieren hacer una canción, una obra  ¡cuenten la verdad! les pedimos, no mientan también ustedes, nosotros existimos solo en sus testimonios; ya pareciera que las palabras se las lleva el viento”.

La tercera de ellas, con dolor, narra como “un día tuve un sueño y en ese sueño cuando me levantaba,  veía a  mis hijos, mi esposo, mi hermana; ellos murieron en la guerra, yo sabía que ellos tenían algo que decirme y yo les preguntaba qué tienen, qué les pasó pero ellos no tenían como decírmelo… así que dije: bueno, quizás si cierro mis ojos podría escuchar lo que me están diciendo, cerré mis ojos pero nunca escuche nada…nada”.

      Estudiantes de quinto semestre de artes escénicas de la Pontificia Universidad Javeriana
      Foto tomada por Carolina Ovalle

La escenografía, dos sillas, toallas de cuerpo blancas y la ropa que les recordaba sus preciados seres que habían muerto, el centro, era el baile del dolor y la trasformación, danzar se convirtió en un recuerdo más de valentía, de perdón. Emprendieron un viaje del pasado al presente y con vestidos blancos de paz trasmitieron y dejaron ver la manera en que el aire se apropió de sus cuerpos y se llevó el dolor que por tantos años las acongojó.

Por:
Carolina Ovalle
Elizabeth Campos  

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