El Buen Pastor

Siempre he admirado la alegría de los niños, jóvenes, por la seguridad y valentía con que dirigen a sus ovejas. Escuchan su voz y obedecen. Se sienten muy seguras. Y las conducen a los mejores pastos.  El evangelio de Jn 10,1-10, Jesús nos habla que Él es el Buen Pastor que conduce a sus ovejas. Él es el guardián de las ovejas, porque conocen su voz (v.3). Y cuando las saca afuera, camina delante de ellas y lo siguen (v. 4). 

 Es una clara alusión a los fariseos y sacerdotes que se creían guardianes de la Ley. Pero no conocían ni amaban a sus ovejas. Es con esa misma Ley que darán muerte a Jesús, porque no descubrieron que Él había venido para dar pleno sentido a la vida, libertad, amor, compasión y  misericordia. Por eso dice a un “extraño nunca lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños” (v.5). Ésta es la misión que nos encomienda hoy a los discípulos: ser pastores los unos de los otros. Nos encomienda ir delante de las ovejas, guiarlos con seguridad y ternura, con acompañamiento y decisión hacia los nuevos pastos del reino de Dios: el conocimiento y la cercanía de la Palabra de Dios, como fuente de vida que aplaca la sed y el compromiso de los creyentes, como luz en el camino para construir una fraternidad basada en el respeto y defensa de la vida. Jesús es la Puerta de la libertad y nosotros tenemos que ser una puerta abierta para los demás. Como seguidores de Jesús tenemos que aprender de Él, a escucharlo y a escuchar a los demás. Es en el silencio donde el pastor aprende a contemplar la grandeza de Dios y de la creación. Hoy necesitamos escuchar la voz de Dios para asumir el compromiso de vivir de acuerdo a la vocación cristiana a la que hemos sido llamados. Es un llamado en especial a los jóvenes: “ustedes tienen una especial sensibilidad ante la injusticia, pero a menudo se sienten defraudados por los casos de corrupción, por las personas que, en lugar de buscar el bien común, persiguen su propio interés. A ustedes y a todos les repito: nunca se desanimen, no pierdan la confianza, no dejen que la esperanza se apague. La realidad puede cambiar, el hombre puede cambiar. Sean los primeros en tratar de hacer el bien, de no habituarse al mal, sino a vencerlo con el bien” (Francisco. 25.7.2013).

Hoy los discípulos y misioneros de Jesús tenemos que aprender en la vida de oración, en el encuentro con el hermano a sentir la presencia viva de Dios a ser mejores personas y a comprometernos a sembrar en el corazón de la sociedad los valores de honestidad, transparencia, justicia y verdad. Es en la escucha y en el diálogo donde aprendemos de Jesús el Buen Pastor a conocer la necesidad de cercanía y de amor al otro. Jesús como buen pastor nos enseña a “defender los derechos de los débiles y la vida digna de todo ser humano” (D.A. No. 112). Seguir a Jesús hoy es “aprender a tener la mirada de Jesús, a conocerlo íntimamente, a escucharlo en la Palabra y a encontrarlo en los sacramentos; quiere decir aprender a conformar la propia voluntad con la suya” (Benedicto XVI). Ser guardianes los unos de los otros para aprender la riqueza del amor de Cristo para hacer de nuestra Iglesia, una comunidad profética y esperanzadora donde nos sintamos unidos por el mismo Espíritu que da vida, ama, defiende y protege la vida como don de Dios. (Fr. Héctor Herrera, o.p.)

 

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