La Santísima Trinidad

El pueblo de Israel tiene la experiencia de un Dios compasivo y misericordioso, cercano a su pueblo. Moisés siente su presencia, que pasa delante de él: “Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad” (Ex 34,6). Este es el Dios que nos comunica Jesús, nos acompaña, nos enseña el camino de la libertad para que no adoremos al becerro de oro, del poder y de la corrupción.

Jn 3,16-18 nos habla de ese diálogo de Jesús con Nicodemo, quien lo busca de noche. Él se manifiesta como el hijo de Dios que se encarna en nuestra historia: “Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para quien crea en él no muera, sino tenga la vida eterna” (v.16). Dios es amor. Porque Él te ama a ti, a mí, a nosotros con un amor total, sin medida, como un Padre ama a sus hijos. Dios es amor y comunión,  nos recuerda San Pablo: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo permanezcan siempre con ustedes” (2 Cor 13,13).

La Santísima Trinidad es la imagen de la familia. Porque donde hay comunión entre padres e hijos: diálogo, comprensión, cercanía y  paz. Allí está Dios, porque Dios es amor. “Quien no ama, no ha conocido a Dios, ya que Dios es amor”(1 Jn 4,8)

“La familia es imagen de Dios, que en su misterio más íntimo no es una soledad, sino una familia. En la comunión de amor de las tres Personas divinas, nuestras familias tienen su origen, su modelo perfecto, su motivación más bella y su último destino” (D.A. No. 434).

Jesús se realizó en el corazón de la familia. Buscaba a las personas para comunicarles el amor de Dios su Padre y enseñarnos como descubrirlo en la creación, en el don de las personas. “Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre ¿cómo pides que te enseñe al Padre” (Jn 14,9), le dice Jesús a Felipe, como puede decirnos hoy a nosotros. Conocer a Jesús es creer en Él como el camino que nos lleva a esa comunión con el Padre y con nuestros hermanos: “Yo soy el camino, la verdad y la vida: nadie va al Padre, sino es por mí. Si me conocieran a mí, conocerían también al Padre” (Jn 14,6-7)

Vivir este misterio de la Trinidad. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, es reconocernos que todos mujeres y varones somos imágenes vivas de Dios. Somos una familia llamados a respetar, promover y defender la vida humana, pensar en el futuro del planeta que queremos dejar a las futuras generaciones, proteger el medio ambiente: conectar a las personas con la naturaleza. Dialogar, crear una cultura del encuentro entre las personas. Crear un ambiente de una cultura de paz.

Cada vez que nos signamos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu, recordemos como dice San Pablo, llamados a vivir la alegría del evangelio, a buscar la perfección de nuestra vida familiar y comunitaria para ser testigos de la paz, rompiendo las barreras egoístas y destructivas de la vida.

La fe se vive en comunidad. Es ponernos en camino para acoger al otro, sentirnos amigos, hijos de un mismo Padre, confesando la unidad de “un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, entre todos, en todo” (Ef 4,5-6). Sólo si nos dejamos guiar por Espíritu (Rom 8,14), sabremos reconocer la presencia de Dios en cada ser humano, reconoceremos su dignidad, libertad, tolerancia. Cada ser humano es una imagen de Dios.  (Fr.Héctor Herrera, o.p.)

Audio Player

 
00:00
 
00:00
 

Use Up/Down Arrow keys to increase or decrease volume.

 

 

USUARIOS ANDROID (APP ESCENARIO RADIO)

USUARIOS IOS (APP ESCENARIO RADIO)

Escenario en Video

 

 

404: Not Found 404: Not Found