En el conflicto armado interno los niños han padecido hechos desastrosos, como consecuencia de una guerra implacable que ha dejado miles de víctimas con desgarradoras experiencias.
Uno de los semilleros de investigación de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Santo Tomás tiene como objeto de estudio a los niños y las niñas que han sido víctimas del reclutamiento armado de los grupos insurgentes.
Las conclusiones más importantes de este trabajo se centran en que Colombia debe tener la autonomía como nación para decidir sobre el tipo de justicia que se va a aplicar a los perpetradores de estas conductas, en el contexto de una negociación de paz que va en el camino de resolver agudas problemáticas sociales y de violencia.
Sostuvimos un breve diálogo con Diego Ríos, uno de los líderes del semillero, para que nos ilustre sobre el trabajo que han desarrollado con respecto a este tema.
Esto nos comentó:
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Algunos sectores opositores a los diálogos de paz han dicho que los líderes de la guerrilla deben ser juzgados por los crímenes de lesa humanidad que hayan cometido, según lo que dice el Derecho Internacional Humanitario y la Corte Penal Internacional. ¿Qué dice el semillero al respecto?
Esto es una mentira. Lo que puede hacer una corte internacional como la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a la cual como colombianos estamos adscritos, es exigirle al Estado una justicia restaurativa y verificable en la que no se violen los derechos humanos. Pero lo que no puede hacer es propender por una justicia de tipo punitiva y precisamente la justicia restaurativa es de la que se ha hablado en los diálogos de La Habana. En ese sentido los victimarios van a ser obligados a reparar a sus víctimas a través de trabajos sociales en pro de la paz y en conjunto con el Gobierno.
¿Cómo fue el proceso investigativo?
La verdad es que en principio nos planteamos algo difícil: trabajar con niños que pertenecieran a grupos insurgentes en zonas de conflicto, pero nos topamos con algunas fundaciones que nos ayudaron en el tema de la búsqueda de la información y que habían ya laborado sobre todo con niñas que han salido de los escenarios de la guerra y que han sido reparadas y resocializadas. De esta manera, y con nuestras conclusiones sobre la vulnerabilidad de las víctimas, contribuimos con la defensa de los derechos humanos y de los más débiles.
En el grueso de los acuerdos se habla en varias ocasiones de un trato diferencial de género a las víctimas en tanto que son poblaciones vulnerables. ¿Puede concluirse que en Colombia una mujer es más víctima que un hombre?
En el contexto social colombiano la guerra tiene un cierto carácter patriarcal. La jefatura de las Farc, por ejemplo, está constituida casi a su totalidad por hombres. En ese sentido encontramos que la mujer es relegada a papeles secundarios. Incluso es vista como una prenda sexual y una prenda de guerra de satisfacción utilizada para las labores domésticas, lo cual no dista mucho del papel que en general se le asigna a la mujer en otros ámbitos. Nuestra investigación quiere, en parte, contribuir a que este estado de cosas se supere, dentro de un clima de paz y democracia.
Reportero: Santiago Ángel
